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La Cándida albicans es una levadura presente en el cuerpo desde el nacimiento, donde permanece en armonía, junto con otras bacterias manteniendo el equilibrio intestinal y pH. Se encuentra en la piel, aparato digestivo y genitourinario, tiene la función de absorber cierta cantidad de metales pesados, evitando la intoxicación de la sangre y, degradar restos de carbohidratos mal digeridos. Por su característica de microorganismo saprofito, la candidiasis superficial es común, pero generalmente pacientes inmunocomprometidos o convalecientes de tratamientos antibióticos prolongados, desarrollan candidiasis sistémica, con multiplicación rápida que atraviesa fácilmente el intestino para entrar al torrente sanguíneo, donde libera sus toxinas, ocasionando candidiasis sistémica, una enfermedad de difícil diagnóstico, que cursa con síntomas abdominales, mala digestión, gases e hinchazón, molestias intestinales (estreñimiento o diarrea), intolerancia alimentaria, irritabilidad, insomnio, pérdida de la memoria, dolores de cabeza y depresión. La detección de anticuerpos en pacientes con candidiasis invasiva, es realizada mediante la prueba de inmunofluorescencia indirecta, que permite detectar anticuerpos antimicelio de C. albicans de, dirigidos contra antígenos específicos de la superficie de la pared celular de la fase micelial de C. albicans, que es la fase morfológica del hongo durante la invasión tisular. La prueba es de utilidad en el diagnóstico de candidiasis sistémica en pacientes inmunodeficientes.